Eve Ensler (2014)
Madrid: Capitán Swing
Uno de los libros que más me han impactado últimamente. Desgarrador, durísimo, emotivo, generoso, hermoso, necesario. Eve Ensler, activista incansable por los derechos de las mujeres y cofundadora de La Ciudad de la Alegría en Congo, mezcla, de una forma magistral, su experiencia personal al trabajar con las mujeres de Congo, las experiencias de sufrimiento inconmensurable de estas mujeres, y su penoso periplo para acabar con un agresivo cáncer.
De esta mezcla resulta un relato que nos adentra en una montaña rusa de emociones encontradas e historias que dejan sin aliento hasta el punto de tener que dejar de leer; historias que, con lágrimas en los ojos, necesitas seguir leyendo porque te interpelan. Te interpelan como ser humano que vive y construye una sociedad que permite y propicia que a miles y miles de mujeres se las viole de formas inimaginables; que permite y propicia que se abran sus vientres, se saquen sus fetos, se cocinen y se les obligue a comerlos. «Come el bebé o muere. Come el bebé o te vuelo la cabeza». Es el recuerdo que una de las mujeres congoleñas le cuenta a la autora.
Ensler nos adentra en estos parajes aterradores y lo hace de la mano de su propia historia, una historia de violaciones constantes por parte de su padre, de excesos durante la juventud para intentar paliar los efectos de esos y otros abusos, y de un proceso de curación del cáncer que describe con todo lujo de detalles: vómitos, cacas, pus, lágrimas, etc. Porque esta es la realidad. La realidad es que sangramos, enfermamos. La realidad es que somos seres orgánicos, seres mortales viviendo en mundos que intentan obviar esa condición fundamental.
Pero también somos seres que capaces de sobrevivir, de crear. Seres que necesitan mirar las miserias del mundo sin apartar la vista para, tras el llanto, la conmoción y la rabia, construir nuevas formas de vivir.
«No sé cómo terminar la guerra en la República Democrática del Congo. No sé dónde terminan los gobiernos y comienzan las empresas. No puedo demostrar con precisión la conexión entre el coltán de tu teléfono móvil y la violación de Jeanne en su aldea. No sé cómo conmover al Consejo de Seguridad de la ONU, a su secretario general, al Parlamento Europeo, británico o canadiense, al Congreso, a Downing Street, o a la Casa Blanca, y he hecho visitas apasionadas a todos estos lugares y siempre he salido aplastada y perpleja. No sé cómo detener a los criminales de guerra ni a los empresarios explotadores.
Lo que sé es que en el momento en que entro en La ciudad de la Alegría todo parece posible. Es verde y limpia. Es la flor de loto que surge del fango. Es la metáfora de un mundo nuevo».
Es una lectura dura la de este este libro. Es, como he dicho al principio, desgarradora. Pero necesitamos mirar directamente y sin paliativos lo que está pasando, ser conscientes de lo que ahora, mientras leemos estas líneas, está ocurriendo en otros lugares. Me atrevería a decir que es lo mínimo que debemos hacer por simple decencia. Me parece necesario porque, una vez repuestas del shock, es lo que puede acercarnos a lo que Eve Ensler llama «segundo aliento»:
«La muerte no será nuestro final. Lo será la indiferencia, lo será la desvinculación, los daños colaterales, los casquetes polares derretidos, el hambre sin fin, las violaciones masivas, la riqueza grotesca. El cambio vendrá de los que saben que no existen de manera separada, sino como parte del río. Si quieres superar tu enfermedad, acércate a alguien que esté enfermo. Si quieres olvidar que tienes hambre, alimenta a un amigo […]. La única salvación está en la bondad. La única escapatoria es el cariño».